jueves, 23 de junio de 2011

Conviertiendo el “Campo de batalla” en espacios de colaboración

Cuando tengo la oportunidad de dirigirme a padres y madres sobre temas de crianza, disciplina, en fin, familia, luego de escuchar la presentación que se hace sobre mi persona suelo agregar que también soy madre; y es que no existe un manual para ser mejor padre y mejor madre y aunque como conferencista seguramente puedo tener algunos conocimientos más, propios de la formación académica, reconozco y acepto que la paternidad es un proceso que se va afianzando en el tiempo y en la interacción constante con nuestros hijos y es esa la mejor escuela.
Frases como “se pasó!!.... este niño necesita un estate quieto” o “ya es tiempo que te ponga un límite…” me suena a castigo y me trae a la memoria sentimientos desagradables como temor, ansiedad, preocupación; los tiempos han cambiado, los niños, niñas y adolescentes hoy en día son más conscientes de sus derechos, experimentan mayor libertad para decir lo que sienten y piensan, y frente a situaciones en las que sus intereses no coinciden con sus padres, ellos no dudan en manifestar el desacuerdo, oponiéndose abiertamente, argumentando sus razones y ¿Por qué no? negándose, a veces, a seguir “la consigna” momento preciso en el que solemos entrar “al campo de batalla”, al enfrentamiento donde cada quien considera y quiere tener la razón.

Con el tiempo y en la interacción constante con mis hijos he aprendido que ese “campo de batalla” se puede transformar en un espacio de cooperación si es que comenzamos a mirar la situación como la gran Oportunidad para ejercitarnos en la Búsqueda de soluciones que nos lleve a un final feliz.
Algunos puntos para reflexionar:
• ¿Cómo quiero sentirme/estar con mi hijo? Molesto, tranquilo, distanciado…
 • ¿Cómo ayuda ese sentimiento/estado para conseguir la conducta meta adecuada o necesaria para el momento?
 • ¿Por qué mi hij@ tendría que hacerlo justo como yo lo digo y en la forma en que yo lo digo?
 • ¿Tiene claro porque le pido que actúe de tal o cual forma?
 • ¿Sabe realmente cual es el beneficio para su ser?
 • ¿Conoce las consecuencias por no cumplir determinada pauta o regla?
 • ¿Al momento de elegir la consecuencia busco que incorpore un aprendizaje o que se sienta mal por lo que hizo?
 • ¿Con que frecuencia nos centramos en buscar soluciones creativas donde padres e hijos ambos podamos sentirnos cómodos?
Cuando estemos con ellos, y algo resulte como lo esperamos o por el contrario no resulte como lo esperamos, respiremos profundo, mirémoslos con amor y apliquemos consecuencias que sean sentidas por ellos:
  • Respetuosas: con cariño y partiendo de sus necesidades.
  • Relacionadas: focalizadas en el comportamiento.
  • Razonables: a la edad, características individuales, únicas y especiales de cada uno de nuestros hijos.
  • De Ayuda: que le permita reflexionar e incorporar el aprendizaje para la siguiente oportunidad.

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